Mientras leía mis apuntes pensaba en ella. La extrañaba, intentaba
concentrarme, pero era inútil. Cuantas palabras había en mi escritorio. Cientos
de hojas, párrafos enteros, texto de todo tipo, toneladas de letras, kilos de
ideas, mareas de relatos y su recuerdo. Qué podía importarme, ningún escrito la
nombraba, ¿tan escasas eran sus referencias en mi vida intelectual? Tal vez,
sin embargo ella estaba ahí, en mi pensamiento. Expectante anhelaba su
presencia, algo sonó, rompió el silencio. Era la ventana que se abrió de
repente. El frío se coló por donde no debía. Fui a cerrarla, y al momento de
hacerlo una inusual resistencia me detuvo. Sentí que alguien estaba muy cerca
de mí, o quizás era algo. Intenté con más ímpetu, se resistía, pero al fin
logré cerrarla. Cuando levanté la mirada divisé aquella foto de nuestras
vacaciones que yacía en el suelo destrozada, lo curioso es que no pude percibir el estruendo del portarretrato contra el suelo, todo era silencio. Al voltear me di cuenta de que no estaba solo, alguien me esperaba.
Fin.
Autor: Matías Rumilla.
07/06/2018.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario